Aprendo de camino: la interacción con el entorno que deja huella

Saltando de camino a l’escuela – Foto: YouMeFids

Coger una flor, tocarla y olerla. Perseguir una fila de hormigas. Hacer equilibrios por la acera, saltar de baldosa en baldosa, jugar al “veo-veo”… y todo de camino a la escuela.

Si nos paramos a pensar, son muchas las interacciones que los niños hacen con el entorno antes de entrar en el aula cada mañana o volver a casa cada tarde. Tocar, oler, ver, sentir, probar…, los niños son aprendices activos, investigadores curiosos. Todo son estímulos para el cerebro que favorecen el desarrollo sensorial y el aprendizaje cognitivo de los niños.

Para Cristina Reig, madre de una niña de siete años, diseñadora gráfica y técnica del área de Juventud del Ayuntamiento de Tarragona, esto no ha pasado desapercibido. Está convencida de que los paseos cortos que hace diariamente con su hija de camino a la escuela dejan huella. Por eso no ha dudado en poner en marcha el proyecto #aprencdecami, un espacio virtual donde compartir en red las pequeñas vivencias que enriquecen el día a día de nuestros hijos e hijas.

Para ella es una manera de concienciarnos de que incluso estos pequeños momentos rutinarios (a veces olvidados por las prisas de llegar a lugar) pueden ser un espacio de aprendizaje sorprendente.

#aprencdecami – foto: Cristina Reig

– Cristina Reig, impulsora de #aprencdecami

La primera fase de su proyecto, enmarcado dentro del grado de Artes que está cursando en la Universitat Oberta de Catalunya, se ha iniciado este mes de junio de 2019 en Tarragona con la colocación de una decena de plaquitas de madera en las inmediaciones de dos escuelas de la ciudad. De este modo Cristina Reig quiere ayudar a los adultos a tomar conciencia de la diversidad de opciones de aprendizaje libre que hay a nuestro alrededor incluso en tramos cortos como son los de ir de casa a la escuela. Las plaquitas invitan a las familias a registrar la experiencia publicando un vídeo o foto en Instagram con el hastag #aprencdecami.

Tengo grabado en la retina la imagen de mi hijo de cinco años postrado ante un cartel publicitario en Falset. No fue en casa donde leyó sus primeras palabras, sino en medio de una calle con el ruido de los coches de fondo un fin de semana cualquiera de vuelta de una excursión. No hay foto… sólo un recuerdo que da fe de que aprendemos de camino.

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