Los museos han hecho un cambio de chip. Han dejado de ser un santuario para adaptarse a las necesidades de las familias con actividades para experimentar
“Tic-tac, tic-tac”, el cronómetro no para. A contra-reloj Rafel (12 años) y Queralt (10 años) corren por el Museo Agbar de las Aguas para encontrar los diferentes elementos que hacen funcionar la central. En sus manos llevan una tablet con la aplicación ‘Origen‘, un gamebook al estilo ‘Elige tu propia aventura‘ que va proponiendo retos a medida que nos movemos por el museo. Los padres y madres no nos podemos dormir. Para resolver el enigma se debe trabajar en equipo, porque cada respuesta errónea supone perder una vida. Y sin vidas, no hay premio al salir del museo.
“Cada vez más los museos apuestan por actividades donde padres e hijos participen juntos”, explica Maria Feliu Torruella, doctora en Didáctica de las Ciencias Sociales y el Patrimonio por la Universidad de Barcelona e investigadora del grupo de investigación DIDPATRI. “Este cambio va vinculado al poco tiempo que los miembros de la familia tienen para pasar juntos. Por eso buscan actividades de calidad donde puedan participar todos a la vez”, añade esta profesora de la UB. Para ella es una muestra de que el ocio se ha sofisticado y se ha convertido en un espacio donde el intercambio de experiencias es primordial.
Un cambio de chip de los museos
Esto ha supuesto un cambio de chip por parte de los museos. “Inicialmente cuando planteamos la propuesta del juego en el museo Agbar, el hecho de tener niños corriendo por los pasillos sorprendió. Nunca se lo habían encontrado”, comenta Jordi Solà, cofundador de Cubus Games la empresa que desarrolló la aplicación Origen. “Pero vieron que funcionaba y que una vez terminado el juego, las familias volvían a entrar en el museo para descubrir con más calma aquellas cosas que les había llamado la atención”, continúa Jordi Solà. Poco a poco el museo deja de ser un santuario, para convertirse en un elemento vivo donde el público interactúa con él y vive experiencias.
Haciendo de arqueólogo en el taller ‘Encja la historia’ del MNAT – Foto: MNAT
“Ponerse en la piel de un arqueólogo haciendo una excavación a pequeña escala, jugar como los niños romanos o convertirse en un miembro del equipo del CSI para descubrir de quién son los huesos que han encontrado, convierte el contacto con el patrimonio en una experiencia viva y propia “
– Pilar Sada, conservadora responsable del área de difusión, educación y exposiciones del MNAT
Desde el año 2004 el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona (MNAT) dispone de un programa específico para familias en respuesta a esta necesidad. Para Pilar Sada, conservadora responsable del área de difusión, educación y exposiciones del MNAT el objetivo es que las familias puedan ser protagonistas de la historia. “Ponerse en la piel de un arqueólogo haciendo una excavación a pequeña escala, jugar como los niños romanos o convertirse en un miembro del equipo del CSI para descubrir de quién son los huesos que han encontrado, convierte el contacto con el patrimonio en una experiencia viva y propia y eso gusta mucho” explica.
Tocar, experimentar o resolver enigmas se han convertido en recursos clave de los museos para ofrecer una experiencia familiar que encaja con la necesidad de aprovechar el tiempo libre como parte del desarrollo creativo e individual de los niños. “Los museos forman parte de la educación de las personas y por lo tanto deberíamos poder ir siempre”, afirma Maria Feliu Torruella, profesora del Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la UB.
Y así lo ha entendido el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA). En 2014 este museo amplió su oferta de actividades familiares iniciada en 2010 dando respuesta a una necesidad de familias con niños de 1 a 5 años. “Vimos que había muchas familias que venían a nuestras actividades familiares dirigidas a niños mayores de cinco años, con niños mucho más pequeños”, comenta Yolanda Jolis, coordinadora de educación del MACBA. Ellos también querían aprender. Pero “este colectivo, no necesita tanto un discurso oral, sino vivir la experiencia ensayo- error”, añade.
Así nacieron unos talleres donde padres e hijos trabajan juntos explorando y descubriendo materiales. “En el taller ‘En Transformación’, por ejemplo, explica la coordinadora de educación del MACBA- se experimenta con los diferentes estados del agua para aproximarnos a la obra de Hans Haacke”. La obra ‘Anillo de hielo’ de este artista, es la excusa para que grandes y pequeños jueguen a deshacer el hielo con diferentes materiales como la sal, el aceite y el agua caliente. De esta manera no sólo se habla de arte, sino que se trabajan otros aspectos de la vida cotidiana que complementan la formación de los niños de una forma lúdica y participativa.
De invitados en la villa romana dels munts – Foto: MNAT
El aspecto lúdico es primordial
Y es que el aspecto lúdico es básico, cuando se trata de actividades familiares. “Las propuestas deben tener contenido, pero el acento debe ponerse en la parte lúdica. Las familias se lo deben pasar bien”, afirma Mireia Mayolas, jefe de educación y actividades en el Museo Marítimo de Barcelona. Así como las actividades para escuelas están más enfocadas a transmitir conocimientos, la oferta familiar se orienta a un enriquecimiento personal y la vivencia en sí. “Nosotros transmitimos valores como el trabajo en equipo o las tradiciones” añade Mireia Mayol. En el taller de construcción de barcos de juguete que propone el Museo Marítimo se experimenta con la flotabilidad y propulsión, pero también se habla de cómo los abuelos reciclaban material para hacer juguetes.
El nuevo recurso: las nuevas tecnologías
Últimamente a esta experimentación más vivencial se ha añadido un nuevo actor, las nuevas tecnologías. “Las generaciones que suben ahora están a más niveles … hacen más cosas a la hora y utilizan el móvil. No lo dejarán en la puerta. Es mejor que haya un discurso detrás”, comenta Jaume Alcalde CEO de Dígit, una empresa que desarrolla plataformas interactivas para museos.
Como en el caso del museo Agbar, la gamificación es un recurso que ha comenzado a formar parte del abanico de posibilidades que ciertos museos ofrecen a las familias con niños. “Es una herramienta para hablar la lengua de los nativos digitales”, explica Jordi Solà, creador de la aplicación ‘Origen’. Pero también puede ser un buen recurso cuando no se puede acceder al activo físico. Así la empresa Dígit de Jaume Alcalde ha colaborado con la Universidad Autónoma de Barcelona para crear una aplicación que permitirá ver las pinturas rupestres originales de la Cueva del Tabaco en Camarasa, un yacimiento correspondiente a la edad de bronce, a través de la realidad aumentada.
Sea como sea, las familias lo tienen mucho más fácil que hace dos décadas para vivir una experiencia enriquecedora en los museos. El museo ha dejado de ser un santuario donde pasear sigilosamente sin hacer ruido a ser un elemento vivo. Ir al museo con niños ya no es una locura.
Historiadora del Arte, gestora cultural y madre de dos niños. Convencida de que cada experiencia que vivimos enriquece nuestra vida. Explorar, tocar, viajar, sentir... es la mejor herencia que les puedo dejar. Creadora de YouMeKids y coautora de la colección de guías “Excursions amb nens des d'una àrea de pícnic” .
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