Leer 20 minutos diarios en verano equivale a mejores resultados escolares

Libros de adivinanzas y chistes o novelas gráficas son un buen punto de partida para despertar el gusano de la lectura – Foto: Victoria Borodinova

Con la llegada del verano muchos niños dejan los libros de lectura de lado. Es el momento de ir a la playa, la piscina y hacer todo lo que durante el curso no encuentran tiempo para hacer. Un estudio presentado en 2010 por la universidad de Tennessee constató que dejar de leer en verano conlleva la pérdida de riqueza léxica y el cerebro retrocede entre dos y tres meses en destreza.

El profesor Richard Allington, investigador quien participó en el estudio, lo ejemplifica con una comparativa deportiva: “al igual que los jugadores de hockey pierden algunas de sus habilidades si no tocan el hielo en tres meses, los niños que no leen en verano pierden dos o tres meses de sus habilidades lectoras“. De hecho, según el mismo estudio, cada dos o tres años los niños que no leen en verano retroceden un año en fluidez y comprensión lectora en comparación con niños que si que leen en verano. Y en el ámbito de las matemáticas la pausa veraniega sin libros provoca una pérdida de aprendizaje equivalente a 2,6 meses.

Beneficios de la lectura diaria

La neurocientífica Sally Shaywitz recomienda una lectura de mínimo 20 minutos diarios. En su libro Overcoming Dyslexia explica que alumnos que leen más de 20 minutos diarios durante todo el año suelen estar entre el top 10 de alumnos con mejores resultados escolares en pruebas de competencia básica.

Y es que la lectura ayuda a conectar los hemisferios cerebrales, gracias a las diferentes áreas cerebrales que intervienen en el proceso lector. Según María Ángeles Megías, psicopedagoga y profesora de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) “leer favorece el enriquecimiento del vocabulario y las construcciones morfosintácticas, hace ganar velocidad lectora y, en consecuencia, favorece la comprensión lectora, lo que se traduce en menos tiempo de dedicación al estudio“.

Así los niños que han hecho alguna actividad cognitiva en verano, les cuesta menos volver a coger el ritmo tras el largo periodo de vacaciones que los que no han hecho nada en todo el verano.

Mejores resultados, si los niños eligen el libro

¿Pero qué pasa con los niños que no les gusta leer? “El hábito de lectura no debe ser una obligación, sino un descubrimiento“, explica Montse Martínez, colaboradora del grado de Psicología y del máster universitario de Psicología Infantil y Juvenil de la UOC. Por lo tanto, apuesta por que los niños a los que les cuesta más leer hagan lecturas simples y sencillas, como un cómic.

Libros de adivinanzas y chistesnovelas gráficas también pueden ser un buen punto de partida para despertar el gusano de la lectura. Por supuesto, los niños leerán mejor si se les permite decidir por sí mismos qué deben leer. Así un estudio que comenzó como un experimento en verano de 2013, dirigido por la residente de la Universidad de Rochester, Erin Kelly, demostró que los niños que elegían su propia lectura de verano perdían menos capacidades lectoras y cognitivas en relación a otros que tenían lecturas obligatorias o no leían.

De hecho, los libros que eligieron los niños no eran habitualmente los que sus profesores o padres hubieran recomendado. Uno de los libros más populares durante el experimento de 2013 realizado por la Universidad de Rochester fue una adaptación impresa de la película Frozen de Disney. “No es la mejor literatura del mundo“, comenta Erin Kelly, pero animó a los niños a leer y por tanto influyó positivamente en su desarrollo. De hecho en 2014 amplió el experimento y detectó que los niños que en 2013 eligieron los libros según sus intereses, tenían más probabilidades de continuar leyendo. “El obstáculo en definitiva es conseguir que abran un primer libro“, concluye Kelly.

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