Cinco trucos para “sobrevivir” a la adolescencia de los hijos

Hemos ido arrastrando la creencia de que la adolescencia es una etapa tormentosa, conflictiva – Foto: Pixabay

Hormonas revolucionadas, cambios de humor repentinos, rebelión en el gallinero … Si tenéis adolescentes en casa, seguro que os suenan algunos de estos “síntomas”. Y es que el cambio que sufren los jóvenes no pasa desapercibido. Para una gran parte de padres y madres es una etapa abrumadora que requiere mucha paciencia.

Parece que desde el tiempo de Sócrates, quien decía que ‘la juventud ama el lujo, tiene pésimos modales y desprecia la autoridad’, las cosas no hayan cambiado mucho. Pero quizás el problema es justamente ese. Hemos ido arrastrando la creencia de que la adolescencia es una etapa tormentosa, conflictiva e incluso traumática para quien la vive en primera persona, pero también para su entorno.

En la etapa adolescente se consolida el aprendizaje emocional y social

Por suerte, en las últimas décadas la neurociencia ha revelado que el cerebro continúa desarrollándose después de la infancia, y pone claridad en la oscuridad. Y es que durante la adolescencia el cerebro se reestructura: algunas áreas crecen, otros disminuyen y se reorganizan las conexiones. Esta maduración del cerebro comienza por la zona de la nuca y finaliza en la frente. Y es justamente en esta área prefrontal donde se encuentra el control de impulsos, el juicio, la medida de los riesgos y la toma de decisiones.

Básicamente estamos hablando de que es en la etapa adolescente que se consolida el aprendizaje emocional y social. Y en este sentido las experiencias vitales parecen ser de gran importancia, ya que pueden acelerar la creación de nuevos circuitos neuronales y ‘construir un cerebro mejor‘ que permita resolver problemas, razonar y planificar. Y aquí es donde la educación (emocional) aporta su granito de arena.

Katia Velar, psicóloga del Centre Interpersonal de Barcelona y experta en las áreas de infancia, adolescencia y familia nos ofrece cinco estrategias basadas en la inteligencia emocional para fomentar el empoderamiento de los adolescentes y así ayudarles a “madurar” de la mejor manera posible.

Potenciad las cualidades en lugar de las debilidades de vuestros hijos

Si lo que queremos es apoderar a nuestros hijos y prepararlos para los retos del futuro, es mejor que los ayudemos a descubrir sus potencialidades. En momentos en que están buscando su identidad y están poniendo a prueba sus capacidades, debemos medir bien lo que transmitimos. Si nos fijamos sólo en sus puntos flojos, los estamos debilitando como personas. Haciendo un refuerzo positivo destacando sus cualidades, estimulamos la creación de una buena imagen de sí mismos y potenciamos su autoconfianza, elemento básico para superar obstáculos. ¿Pero como lo hacemos sin hacer la pelota?

Es tan fácil como que el día que llegan con una buena nota de la exposición oral del trabajo, no lo dejamos en un “¡Muy bien!”, sino que dejamos caer que “ya nos lo imaginábamos, porque ese toque de humor con que explicas las cosas engancha y como además te organizas bien, transmites muy claramente las ideas… “

Sed empáticos y reduciréis la tensión

Aunque puede parecer difícil que en medio de una crisis adolescente con gritos arriba y abajo, podamos cambiar el rumbo de la situación, es posible. O al menos, se puede reducir la intensidad de la emoción del momento respirando profundamente y tomando el tiempo para reconocer el sentimiento. Porque por muy absurda que nos parezca la “pataleta”, detrás hay un sentimiento de frustración, de no ser entendido, de rabia, tristeza… Intentando entender lo que pasa, puede romper ese muro con el que los adolescentes se encuentran y que en muchos casos sólo hace que agravar la situación.

No se trata de darles la razón (si no la tienen), pero simplemente de empastissar. La empatía reduce la tensión.

Imaginaos que vuestro hijo tiene un esguince en la pierna derecha ya bastante recuperado, pero el médico aún le recomienda una semana de reposo. Y a tu hijo se le ha metido entre ceja y ceja que quiere salir a dar una vuelta en bici. Evidentemente tu respuesta puede ser un no rotundo diciendo que ‘está loco y que siempre tiene ideas de bombero’ … y eso tiene como consecuencia una frustración enorme y un rebote dimensional.

Pero en cambio podríamos intentar redirigir la situación diciendo que ‘es normal que quiera salir. Sabemos que le gusta ir en bici y se debe sentir muy agobiado y lo sentimos. Quizá podríamos buscar una alternativa a la bici. ¿Cine con amigos? ‘ Evidentemente la frustración por no poder ir en bici sigue existiendo, pero seguramente el grado será inferior y la intensidad del conflicto también.

Hacer preguntas adecuadas, tiene recompensa

Si queremos conectar con los adolescentes monosílabos, hay que hacer las preguntas adecuadas. Hay que encontrar aquellas preguntas con las que obtengamos una respuesta concreta. Por lo tanto, tened en cuenta sus gustos, las personas que son importantes para ellos o juegos que les interesen aunque se trate de temas que como padres no entendamos o no nos apasionen tanto. Pero cuidado con las preguntas “trampa”! No utilizéis las respuestas de vuestros hijos para manipularlos o reñirlos, ya que sólo conseguiréis que os dejen de contar cosas.

Por lo tanto, si queremos saber cómo ha ido el día, en vez de preguntarle ‘¿Te ha ido bien en el instituto hoy?’ o ‘¿Tienes muchos deberes?’, es más eficaz preguntarle por algo que le interese o sea más concreto al estilo de ‘¿Que has hecho en la clase de educación física?’ o ‘¡Qué anécdota ha explicado el profesor de biología?’

Los límites deben ser negociables

No se puede educar sin tener unas normas y unos límites claros, pero estos criterios educativos -que deben respetarse en todo momento-, deberían poder adaptarse a la edad de los hijos. Por tanto, se pueden re-negociar en función del comportamiento. Y es que jugar a videojuegos, tener un móvil, ver series a determinadas horas y poder salir con los amigos son privilegios y no derechos adquiridos! ¡Pueden aparecer y desaparecer! Cada acción tiene una consecuencia y los adolescentes hacen una elección. Hay que tener presente que recompensar en positivo es más eficaz que castigar.

Si queremos conseguir reducir los ataques de rabia, lo ponemos como objetivo y si se consigue, se puede incrementar un privilegio (acostarse 20 minutos más tarde o ver aquel extra capítulo de la serie preferida los viernes).

Dad ideas, pero dejadlos reflexionar

No penséis por vuestros hijos. No les hacéis ningún favor. Deben aprender a ser autónomos. Haced preguntas, para que lleguen ellos a la respuesta y aprendan a reflexionar.

Si, por ejemplo, por la noche os dicen que no pueden dormir, pregúntales si les pasa algo y que creen que pueden hacer para poder conciliar el sueño. Y evited las frases de estilo “Lo que deberías hacer es …” o “Yo a tu edad …”. No impongáis, orientad!

Libros que os poden interesar:

El talento de los adolescentes, Jose Antonio Marina (Editorial Ariel, 2017)

Convivir con un adolescente, ideas para acertar de vez en cuando, Elías Argüello Alonso (Pirámide, 2014)

Ens barallem o negociem: Guia per a pares i mares d’adolescents, Betina Lubochiner i Silvio Gutman  (Andana Editorial, 2012)

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