Amberes con niños: ¿diamantes y cerveza?

Subidos a la furgoneta de De Koninck hacemos una visita virtual de la ciudad junto al repartidor de cervezas – Foto: YouMeKids

Antes de salir de esta estación de tren (Station Antwerpen-Centraal) construida entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, sin embargo, fijaos en los techos abovedados con estructura metálica y cristal que protegen las vías superiores. ¿Enormes, verdad?

Los 43 metros de bóveda diseñada por el ingeniero Clément van Bogaert no son un capricho para darle majestuosidad a una estación que, dicho sea de paso, está considerada como una de las ‘Catedrales de trenes’ (igual que las ‘Catedrales del vino’ modernistas catalanas, pero en versión ferroviaria) más bellas del mundo.

Estos techos capaces de aguantar sin colapsar incluso el impacto, durante la Segunda Guerra Mundial, de bombas V2 (los primeros misiles balísticos de la historia, diseñados por un ingeniero alemán llamado Wernher von Braun, que luego usaría su talento para cosas mucho más provechosas, como por ejemplo mandar al primer hombre a la Luna), tenían estas enormes dimensiones por una razón práctica y funcional: evitar que el vapor de los trenes chocara con el techo y cayera sobre los pasajeros cuando las locomotoras estaban dentro de la estación. Pura ciencia.

La estación Antwerpen Central – Foto: Travels of Keti

Si las locomotoras a vapor y los cohetes a la Luna os han despertado el gusanillo de la curiosidad, esperad a encontraros con las primeras personas de la numerosa comunidad judía de Amberes ataviadas con su indumentaria tradicional jaredí, también conocida como ortodoxa. Hombres con traje y sombrero negros, barbas y largos mechones en las sienes andando en bicicleta junto a mujeres con faldas y blusas anchas, con pelucas de pelo natural cubriéndoles sus verdaderas cabelleras, arrastrando carritos de bebé por la calle Pelikaanstraat.

Estamos en el corazón de lo que no hace tantas décadas fue el centro mundial indiscutible del negocio de los diamantes, el material natural más duro que hay en la Tierra. Y la comunidad judía era la que controlaba casi en exclusiva la industria de su talla. A estos profesionales les surgió una importante competencia: la comunidad india. La industria mundial de la talla de diamantes ya no está en Amberes, sino en Surat, una ciudad portuaria (como Amberes) del estado indio de Guyarat, donde hoy se calcula que se tallan nueve de cada diez diamantes en el mundo. Por eso, paseando por Pelikaanstraat veréis que, pese a que los judíos ortodoxos son mayoría, los indios tampoco se quedan atrás.

Juwelenhuis Ruys, una joyería de diamantes ubicada en un edificio de estilo modernista en Amberes. Foto: Juwelenhuis Ruys

Y, volviendo a la comunidad judía ortodoxa, si vais con niños, puede surgir la pregunta: ¿por qué se cubren la cabeza hombres y mujeres? Una de las respuestas es por motivos religiosos. Entre otros, para recordar en todo momento que, por encima de ellos, siempre está Dios.

¿De dónde salen esos sombreros? En un lugar que durante siglos ha sido uno de los centros del comercio mundial más cosmopolitas, explicar que algunos de los sombreros que lucen esos hombres han salido de una fábrica de Salteras (Sevilla) fundada en el siglo XIX y llamada Industrias Sombrereras Españolas, y que después han viajado hasta la sombrerería Kova Quality Hatters de Brooklyn (Nueva York) y han vuelto hasta Amberes comprados por algunos de los jaredíes de Nueva York, no suena tan extraño.

Una cerveza, un vaso

Desde Pelikaanstraat, un paseo de apenas quince minutos os llevará hasta las puertas de la cervecería De Koninck, la única fábrica de cerveza que queda en activo en el centro de Amberes y el segundo establecimiento con licencia comercial más antiguo de la ciudad, tras el zoo. Frente a la puerta, al otro lado de la calle, una mano de piedra con la palma hacia fuera nos saluda. Hace años, esa mano no sólo nos saludaba, sino que nos enseñaba que ahí empezaba la ciudad, y que había que pagar peaje para entrar en ella.

Paguemos hoy nuestro peaje en forma de entrada y pasemos por la puerta de esta antigua fábrica que, por un tiempo (antes de llamarse De Koninck), tuvo como nombre ‘Brouwerij De Hand’ (cervecería la mano), en una clara referencia a la mano que había frente a su puerta, y que originó el logotipo en forma de mano que todavía hoy usan en sus cervezas (y que además es el símbolo de la ciudad de Amberes).

¿Una fábrica de cerveza? ¿Con niños? Por supuesto. Por lo menos, sí en De Koninck. Fundada en 1833 después de que Joseph Henricus De Koninck comprase (seis años antes) el café ‘De Plaisante Hof’ (el jardín alegre) y su viuda Elisabeth Cop lo rebautizase y lo convirtiese en cervecería, De Koninck no sólo elabora la cerveza más popular de Amberes, sino que nos enseña todos sus secretos.

Aquí descubriréis por qué cuando alguien en Amberes quiere una De Koninck simplemente pide una bolleke. Literalmente, una ‘bolita’. ¿Es porque si nos tomamos muchas de estas nos va a salir una barriga cervecera bien redonda? Quizás. Pero no. En este caso, la de ‘bolita’ es la forma que tiene la copa en la que se sirve esta cerveza de tipo Pale Ale. Aquí y en toda Bélgica, cada cerveza tiene su vaso. Y ningún otro.

Vasos para cada tipo de cerveza en De Koninck – Foto: YouMeKids

Si queréis provocar en un belga un shock equiparable al que nos produce ver perpetrar una paella con chorizo y arroz pasado, tratad de ponerle delante una cerveza servida en un vaso de Nocilla o de Ikea. Cada recipiente tiene una forma por una función: para lograr una capa de espuma que preserve el gas, para mantener la cerveza fría cuando se agarra el vaso con la mano, para potenciar aromas… La cultura de la cerveza es sofisticada, y aquí nos la explicarán de forma bien activa.

Durante esta experiencia sensorial, os pondréis al volante de una furgoneta de reparto por las calles de Amberes, entraréis en un antiguo café con retratos parlanchines, pasearéis entre enormes tanques metálicos de cerveza y personas vestidas con bata blanca que desarrollan nuevas recetas en el laboratorio, tocaréis y oleréis lúpulo (la planta que sirve para aromatizar la mayoría de las cervezas) y malta tostada… Y, por supuesto, probaréis distintos tipos de cerveza. ¿Y los niños? También podrán hacer su cata. ¿Qué tal un poco de mosto de malta bien dulce y fresquito, antes de que los azúcares fermenten y se conviertan en alcohol? Chocad esos cinco.

¿Cómo se fabrica la cerveza? – foto: YouMeKids

Dónde comer:
De Koninck no es sólo cerveza. En su recinto de patios, edificios de ladrillo y rincones escondidos encontraréis joyas gastronómicas como la quesería de la familia Van Tricht, la carnicería de Luc De Laet, la panadería de Kenney Van Hoorick o la chocolatería de Jitsk Heyninck. Cada martes y jueves, Ole Deschout y Maaike Mussche traen hasta aquí verduras orgánicas cultivadas por ellos mismos. Si no podéis o no queréis cocinar, la oferta de restauración es amplia: dos bistros (De Hand y De Pelgrim), un restaurante gourmet (The Butcher’s Son) y un asador (Black Smoke) dan para elegir.

Subidos a una  furgoneta que transporta cerveza, hacemos una visita virtual de la ciudad en la cervecería De Koninck – Foto: YouMeKids

Servicios:

STADSBROUWERIJ DE KONINCK Mechelsesteenweg 291, Antwerpen – Bèlgica Tel. +32 3 866 96 90 E-mail: [email protected] Horarios: Abierto de martes a domingo de 10h a 18h. Última entrada a las 16h30. Precios: Pase familiar (2 adultos + max. 3 niños de 4 a 15 años): 32€; 0 a 3 años: gratuito. +16 años: 12€; 4 a 15 años: 6,5€ Aparcamiento: se puede aparcar en el Velodome (c / Boomgaardstraat), ubicado justo delante de la cervecería. Hay ascensores en cada piso para facilitar el recorrido a personas con movilidad reducida.

Edad recomendada: +6 años

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