Peleas y celos entre hermanos: ¿qué debemos hacer?

Aunque sabemos que la rivalidad entre hermanos forma parte del desarrollo de los niños y nace del mismo instinto de supervivencia -de defender lo que creemos nuestro-, los gritos y las quejas constantes nos pueden hacer perder la paciencia. ¿Cómo podemos gestionar estos momentos de tensión sin poner el grito en el cielo?

Alba Castellví Miquel (Sant Sadurní d’Anoia, 1976), autora del libro “Educar sense cridar” (Angle Editorial, 2016), madre, socióloga, maestra y mediadora de conflictos nos ofrece unas pautas para encauzar la situación y convertirla en una oportunidad para mejorar las habilidades sociales de negociación, responsabilidad y autonomía de nuestros hijos e hijas.

5 trucos para gestionar bien un conflicto entre hermanos

Lo primero que debemos tener en cuenta es que como padres no debemos caer en la tentación de poner las cosas en su lugar. Si nos ponemos a hacer de jueces, estamos perdidos. Difícilmente sabremos qué ha pasado con exactitud sin tener una grabación. Además, de este modo acostumbraremos a los niños a recurrir a terceros cuando tengan un problema entre ellos.

Lo mejor que podemos hacer cuando los hijos discuten es alejarnos del lugar de los hechos, dejándoles claro que confiamos en sus posibilidades de resolver el conflicto con comentarios como “Yo sé que sabréis poneros de acuerdo” o “Confío en que encontraréis una solución a esto que os pasa “. Los niños son mucho más creativos y flexibles de lo que a menudo los padres pensamos. Sin embargo, hay casos en los que sí hay que intervenir, porque se trata de una agresión, una injusticia flagrante o hay uno de los niños en una posición de menos poder. ¿Cómo actuar en estos casos?

Sentemos a los hijos uno al lado del otro
Para no reforzar la idea de enfrentamiento, es importante no sentar un hijo delante del otro.

Equilibremos la situación
Para reducir la tensión hay que equilibrar la situación, diciendo que entendemos que lo que ha pasado ha molestado a ambos y que sin duda los dos tienen razones para sentirse mal.

Cambiemos el “¿Qué ha pasado?” por “¿Qué es lo que te ha molestado?”
La manera en que preguntamos a los niños sobre los hechos puede complicar aún más la situación. Si preguntamos “¿Qué ha pasado?”, estamos incitando a que ambos hablen al momento para dar su versión de los hechos. Para llegar a un acuerdo, deben expresar sus sentimientos. Por eso es más eficiente preguntar primero a uno y luego al otro qué es lo que les ha hecho enfadar para identificar la emoción que hay detrás del hecho. Además, de esta manera cada uno puede hablar sin ser interrumpido.

Parafrasear lo que los niños dicen
Cuando repetimos con otras palabras lo que los niños han dicho con un tono de voz libre de carga emocional, se reduce la tensión.

Fomentemos que los niños expresen sus necesidades y encuentren soluciones
Cuando ambos hermanos hayan dado su opinión, hay que preguntarles por turnos cómo deberían haber ido las cosas para evitar el conflicto. Detectado el problema, podemos llegar a una solución. Les podemos ayudar preguntando: “¿Qué os parece que podéis hacer la próxima vez cuando haya una situación similar?”

Tened en cuenta que no estamos juzgando lo que ha pasado, sino que estamos construyendo una alternativa para el futuro. Aquí es importante que animemos a los niños a dar ideas con frases alentadoras como “Qué se os ocurre? Generalmente tenéis ideas interesantes!”. Cuando hayan hecho sus propuestas, las resumimos y acabamos con una conclusión constructiva, confirmado que seguro que en la siguiente ocasión lo harán mejor.

3 trucos para lidiar con los celos

A veces la razón de los conflictos entre hermanos reside en un sentimiento de celos. En estos casos podemos seguir estos tres consejos:

Poner nombre al sentimiento: los celos
Identificar el sentimiento sin juzgarlo y hablarlo con naturalidad ayuda a normalizar la situación y abrir paso a encontrar soluciones. Leer un cuento que trata la temática puede ayudar, si al terminar lo pasamos a nuestro caso concreto. Podemos hablar de los sentimientos de los personajes y preguntar si se sienten igual.

Involucrar al niño en la búsqueda de una solución
Es importante dejar que los hijos den ideas de cómo pueden mejorar la situación. Preguntas como “¿Y tú qué piensas que podríamos hacer para que te sintieras mejor?” pueden ayudar a reconducir la emoción. De esta manera los ayudamos a reflexionar sobre qué les pasa y qué pueden hacer para mejorarlo. Podemos conducir la conversación, pero es muy importante que ellos den la idea. Si los niños contribuyen a resolver el problema, lo sentirán como propio y la solución funcionará mejor. Si tomamos nota de todas sus propuestas, podemos analizar conjuntamente una por una y decidir qué ponemos en práctica.

Dedicar tiempo y atención al niño
Es importante encontrar momentos para compartir ratos a solas con el niño. Jugar juntos, reconocer lo que ha hecho bien, darle atención especial en algunos momentos, ayudará al niño a recuperar la confianza y entender que él también es importante para los padres.

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