Música para conectar nuestro cerebro

“Al oír los primeros compases, nuestro cerebro libera dopamina, una sustancia relacionada con el placer y la recompensa” explica Anna Cester, profesora de piano del Conservatorio de Música de Tarragona y especialista en Medicina de las Artes Escénicas. Pero los efectos de la música van más allá: “La música ayuda a aumentar las sinapsis o conexiones entre las neuronas de nuestro cerebro”, comenta la doctora Anna Cester. Es decir: entre más conectados están los dos hemisferios de nuestro cerebro, más provecho le podemos sacar.

¿Quiere decir que la música nos hace más listos?
Se han hecho estudios que demuestran que si estimulamos el lenguaje musical en los niños (sobre todo a partir de los siete años), aprenden más rápido los procesos del lenguaje verbal, los matices y la sintaxis. Por tanto, estos niños tendrán más facilidades en el momento de leer o de comprender un problema matemático.

Buena parte es porque los músicos están constantemente obligados a hacer trabajar los dos hemisferios del cerebro en un mismo ejercicio, y por lo tanto fortalecen la conexión. “Cuando tocamos el piano, por ejemplo -explica Anna Cester-, debemos memorizar la partitura, seguir el ritmo, hacer movimientos coordinados respetando el tempo, y a la vez saber gestionar las emociones que la pieza requiere”. La memoria, entender las notas y seguir el ritmo son tareas de las cuales mayoritariamente se ocupa el hemisferio izquierdo -predominante en la mayoría de personas diestras-, puesto que es el responsable (entre otros) del lenguaje, el razonamiento, el pensamiento matemático y la lógica. Por otro lado, el hemisferio derecho controla la parte sensorial, emocional, creativa, de improvisación y empatía. Para decirlo de una manera muy simplificada: el hemisferio izquierdo es “el que piensa” y el hemisferio derecho es el que “interpreta las emociones”.

¿Pero, no lo hacemos todos, esto de pensar e interpretar las emociones a la vez? La mayoría de la gente tiene un hemisferio más predominante. Este hecho influye en su personalidad, habilidades y aprendizaje. Para entenderlo mejor, la doctora Anna Cester nos pone un ejemplo: “Si en una clase de gimnasia el profesor explica paso a paso de forma verbal cómo hacer la croqueta, la mayoría de niños con predominancia del hemisferio izquierdo no tendrán ningún problema en hacer el ejercicio correctamente, porque el lenguaje es su fuerte. En cambio, los niños donde predomina el hemisferio derecho necesitarán que el profesor haga la croqueta para entenderlo, puesto que la información no verbal la procesan mejor”. Serán ellos, por ejemplo, que al oír una pieza de música por primera vez son capaces de tocarla sólo de oído. Los niños con predominancia del hemisferio izquierdo, por el contrario, necesitarán una partitura.

“Si lo que queremos son niños despiertos y creativos, y potenciar mentes científicas -explica Anna Cester-, hay que fortalecer la relación entre los dos hemisferios para que la transmisión de información sea más rápida y fluida y haya un mayor grado de comprensión de lo que nos rodea”. “Sin la parte derecha -continúa-, no habría ningún descubrimiento. Es aquí donde nace la lluvia de ideas, es la parte que nos hace experimentar; mientras que la parte izquierda nos ayuda a organizar aquellas ideas”. Por eso es tan importante potenciar la creatividad y la música en las escuelas.

El profesor Paul Verschure, doctor en psicología y director del Centro de Sistemas Autónomos y NeuroRobótica de la Universitat Pompeu Fabra, comparte la opinión que la música se tendría que explotar más en el colegio: “Tocar un instrumento mejora la coordinación, ayuda a organizarse, a escuchar a los otros, a ser creativos componiendo; mejora la expresividad y la motricidad fina”. Se trata de habilidades que mejoran el rendimiento de los niños. “Hoy existen sistemas de software que permiten componer música o tocar un instrumento virtual. Esto se debería introducir mucho más en el día a día de los niños, haciendo la música mucho más accesible y no solo un privilegio de los que van a la escuela de música!”, afirma el psicólogo Verschure.

–  Paul Verschure, doctor en psicologia y Centro de Sistemas Autónomos y NeuroRobótica de la Universitat Pompeu Fabra

“Los niños con dislexia que hacen música, por ejemplo – coincide Anna Cester-, tienen menos problemas para leer porque el hecho de ordenar las notas les ayuda también a ordenar las letras. Además, como el ritmo es más evidente en la música que en el lenguaje, los juegos musicales les ayudan a la hora de aprender a leer”.

¿La música como  terapia?
Oriol Casals, presidente de la Asociación Catalana de Musicoterapia, explica que la música ciertamente ayuda en el aprendizaje, y además estimula el movimiento, modifica nuestro estado de ánimo e incrementa la atención. Por eso es una herramienta muy usada con fines terapéuticos. “Trabajé con un niño de cuatro años –explica- que tenía graves problemas de atención. No podía estar más de cuatro minutos concentrado en una misma actividad. A partir de canciones repetitivas y juegos musicales conseguimos pasar de hacer 15 actividades durante una sesión a hacer sólo cinco con una duración más larga, incrementando la concentración del niño”. Al tener una connotación lúdica, la música no sólo estimula el sistema cognitivo, sino que también ayuda a mantener la atención durante más rato.

El psicólogo Paul Verschure, especialista en neurorehabilitación, ha llegado a la misma conclusión introduciendo la música en la rehabilitación de pacientes que han sufrido un ictus o un accidente cerebrovascular. “Hemos desarrollado un sistema –explica- que combina realidad virtual y música para ayudar a los pacientes a recuperar la movilidad de una extremidad perdida por daños cerebrales. Se trata de un juego musical donde los pacientes tienen que hacer una serie de ejercicios siguiendo el ritmo musical. Si el paciente no hace bien el ejercicio, el cambio de ritmo en la música se lo hará saber”. “Cómo que ademas -continúa el profesor Paul Verschure- la música relaja a los pacientes e influye positivamente en su estado de ánimo, podemos alargar las sesiones de entrenamiento, lo que repercute en una recuperación más rápida del paciente”.

Sea como terapia o como herramienta para desarrollar y hacer crecer nuestras mentes, los beneficios de la música son evidentes.