Educando mentes críticas y niños emocionalmente maduros

“Mamá no estoy bien. Quiero estar bien. ¿Cómo puedes ayudarme a estar bien?”. Uma tiene cinco años. Se ha enfadado con su madre, como puede pasar a muchos niños de la misma edad. Pero al contrario de la mayoría, Uma no se pone a gritar o monta una escena. Respira y pide ayuda. “Uma -comenta Cilia Willem, madre de la criatura-, ha aprendido a gestionar sus emociones y hablar de ellas”.

Uma en Petits Voladors – Foto: Lo frágil sobrevive fotografía

Cilia Willem, belga afincada en Cataluña desde 1996, eligió muy conscientemente junto con su pareja catalana, la escuela de su hija. Cuando en 2015 se trasladaron de Barcelona al Camp de Tarragona por trabajo, tenían claro que querían un proyecto de educación alternativa para su hija. Buscaban una escuela donde la gestión de las emociones y el autoconocimiento fueran la base. Aunque teniendo que conducir más de veinte minutos hasta la escuela, no dudaron en apuntar a su hija a Petits Voladors en el Vendrell, una escuela de educación viva centrada en el aprendizaje activo, la educación respetuosa e integral de la persona.

Cada vez hay más padres y madres, como Cilia, que apuestan por una educación alternativa a la educación convencional donde la transmisión de conocimientos predomina por encima de la persona. Buscan un proyecto educativo que despierte el pensamiento crítico de los niños, los estimule a tomar decisiones, analizar y gestionar las emociones y los conflictos con los demás. Niños preparados para los retos del futuro.

Según el informe The Future of Jobs, publicado en 2016 por el Foro Mundial Económico, el 65% de los niños que actualmente están cursando primaria acabarán trabajando en trabajos que todavía no existen. El panorama laboral, del que ya denominan la cuarta revolución industrial, está evolucionando a toda prisa. El informe advierte que hacia el 2020 el cambio tecnológico hará desaparecer siete millones de puestos de trabajo en los 17 países más desarrollados del mundo. La mayor parte relacionados con tareas administrativas y de oficina. La robótica liderará el cambio en la industria y se perderán muchos puestos de trabajo en las cadenas de montaje. Pero, aparecerán nuevos puestos de trabajo donde el componente creativo de la mente humana y todo lo que escape a la automatización será esencial. Las habilidades más demandadas de los trabajadores de los años veinte de este siglo -según el informe- serán la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de equipos o la toma de decisiones.

En este contexto se entiende el gran cambio educativo que está sufriendo la escuela tradicional y el porqué de la apuesta por las competencias en el currículo escolar. Van tarde.

Base 10, juego para practicar las matemáticas

– Marc Alcega Estivill, miembro del equipo de coordinación de la Red de Educación Libre

Desde el 2009 la Xarxa d’Educació Lliure (Xell), una asociación sin ánimo de lucro integrada actualmente por 25 proyectos en Cataluña basados en modelos de educación no directiva y de acompañamiento en grupos reducidos, lo tiene claro: “Potenciamos una educación centrada en la persona. No sabemos cómo será el futuro y hacia dónde irá exactamente el mundo laboral, por eso preparamos a los niños para ser flexibles y creativos. a que puedan resolver problemas de forma dinámica sin que se bloqueen emocionalmente”, explica Marc Alcega Estivill, miembro del equipo de coordinación de la Xell. En resumen, este tipo de proyectos educativos entiende el niño como un sujeto activo y pone especial énfasis en las vivencias emocionales, físicas, la experimentación y la manipulación de materiales. “De ahí que la Uma haya aprendido a manejar su frustración haciendo ejercicios de respiración aprendidos en la escuela”, comenta Cilia Willem, madre de la niña de cinco años.

¿Pero que pasa con los conocimientos esenciales en este tipo de escuelas donde el autoaprendizaje es la base? “No hay ningún niño que no quiera saber leer, escribir o sumar”, comenta Judith López Miró, directora pedagógica de l’espai obert La Serra (Sant Pere de Ribes). “Juegos de matemáticas como Base 10 [unos bloques que ayudan a comprender y razonar sobre la unidad, la decena, la centena y el millar], hacen que los niños manipulen las matemáticas de una forma vivencial y lo comprendan mejor”, continúa Judith López. “Para los niños es un juego, pero a la vez están aprendiendo, porque las matemáticas, para comprender del todo, las tienes que vivir”, añade López.

Recursos didácticos de l’Espai Obert la Serra – Foto: La Serra

Se trata de despertar las ganas de aprender e investigar de los niños. Y en este sentido, Laia Galeano, directora de Petits Voladors del Vendrell tiene un recurso curioso para despertar el interés de escribir de los niños. “La máquina de escribir llama mucho la atención de los niños. Quieren escribir cartas y sin casi darse cuenta lo aprenden”, afirma Galeano.

Pero este no es el único recurso. Como el resto de escuelas alternativas, también Petits Voladors tiene un espacio de rincones donde se trabaja las matemáticas o la lectoescritura con material Montessori siguiendo los intereses de los niños. Pero también han introducido momentos de actividades dirigidas para garantizar el logro de los conocimientos básicos. “Juegan a la tienda para aprender a sumar y restar o descubren las letras a través de un cuento”, añade Cilia Willem, madre de Uma.

Y justamente este es el gran reto de los proyectos educativos alternativos: encontrar el equilibrio entre la educación centrada en la persona y el logro de los conocimientos del currículo marcados por la Generalitat a partir de primaria, momento en que la escolarización es obligatoria y reglada.

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