Cinco trucos para llegar a fin de mes

Hacer un presupuesto familiar puede ayudarnos a controlar nuestra situación finaciera. – Foto: YouMeKids

Se estropea la nevera o el coche y de repente tenemos un drama en la caja familiar. Y es que a veces no sabemos muy bien en qué nos gastamos el dinero, pero lo cierto es que tendremos que hacer pelotas con la visa porque el sueldo no llega a fin de mes.

“Hay muchas familias que viven al día”, comenta Elisa Martínez, diplomada en Ciencias Empresariales y experta en educación y gamificación financiera. “Poca gente sabe que aplazar una visa supone un interés de entre el 21% y el 26%, o que idealmente deberíamos ahorrar entre un 10% y 15% de nuestros ingresos para poder afrontar circunstancias difíciles”. Por eso en 2015, después de 26 años trabajando en los departamentos financieros de multinacionales, Elisa Martínez decidió acogerse a un expediente de regulación de empleo y crear Finanpolis, un método para enseñar las finanzas mediante un juego de mesa que, gracias a los diferentes niveles de dificultad, se adapta al personal de todo tipo de empresas, pero también a asociaciones de padres y madres.

En sus talleres, Elisa Martínez deja claro que el problema de no llegar a fin de mes no se resuelve ganando más dinero, sino siendo consciente de cómo lo gastamos. Os dejamos con cinco de sus trucos.

Hacer un presupuesto familiar

Si queremos controlar nuestro dinero, tenemos que ser conscientes en que lo gastamos. Hay que averiguar cuánto pagamos cada mes de luz, agua, gas, móviles, hipoteca, alquiler, escuela, e incluso cuánto gastamos en cafés, paquetes de tabaco y los regalos de cumpleaños de los niños. Elisa Martínez nos ofrece una plantilla para hacer este presupuesto de gastos mensual y conocer así nuestra situación financiera actual.

Pero, para llegar bien a fin de mes, tenemos que ir más allá. Hay que hacer una revisión de gastos de al menos un año para saber, por ejemplo, cuánto destinamos a la electricidad de forma anual. Pero también hay que averiguar cuando toca pagar las facturas. El teléfono lo cobran mensualmente, pero en cambio el seguro del coche se paga una vez al año. Si sabemos cuánto nos cuesta cada cosa y en qué momento del año se paga, podemos hacer una “provisión de fondos”. Para ello tenemos que dividir el coste del seguro entre 12 meses, por ejemplo. De esta manera cada mes dejamos el importe resultante en la cuenta corriente. De esta manera cuando llegue el momento de pagar el seguro, no nos vamos a quedar en números rojos.

Si además, hacemos un seguimiento mensual de los gastos adaptándolo a la realidad del día a día, podremos ver donde nos desviamos y ajustarlo a nuestras necesidades.

Diferenciar los gastos fijos de las variables

Es primordial separar los gastos por tipologías cuando hacemos el presupuesto familiar, ya que en caso de necesidad, rápidamente sabremos por donde recortar. Los gastos fijos son aquellos de los que no podemos prescindir aunque no dispongamos de dinero, como la hipoteca o el alquiler, la escuela de los niños, los servicios de luz, agua y gas, etc. Los gastos variables (como la peluquería, el gimnasio, los servicios domésticos o la canguro) son gastos de los que podemos prescindir pero que los hacemos porque nuestros ingresos nos lo permiten.

El colchón de emergencia puede ayudar a evitar números rojos cuando llegan los gastos extraordinarios – Foto: FiraGran

Crear un “colchón de emergencia” y un rincón de ahorro

Los coches se estropean. Las neveras y lavadoras también. Y ya no hablemos del susto que podemos tener cuando el dentista nos informa que nos hace falta un implante. Los gastos extraordinarios pueden aparecer en cualquier momento y si no los hemos previsto, pueden suponer un drama.

Si en nuestro presupuesto familiar destinamos una partida mensual (por pequeña que sea) a emergencias, cuando llegue el momento, vamos a sufrir menos económicamente. Y si además, dedicamos otro pequeña parte a ahorro puro, tendremos mucho ganado a la hora de planificar nuestro futuro (como los estudios de los hijos, la adquisición de un coche nuevo o una pensión).

Evitar pedir mini créditos o aplazar la visa

Aplazar una visa supone un interés de entre el 21% y el 26%. Dejar de pagar una cuota de un crédito permite al banco aplicar intereses de demora de un tipo muy superior a los intereses ordinarios. Además, el banco también puede cobrar una comisión muy elevada por reclamación de cuotas impagadas. Estos intereses y comisiones se van acumulando a la deuda original, de forma que cada día que pase debemos más dinero. Y sin darnos cuenta, la bola se va haciendo mayor. Además, no pagar un préstamo también supone que nuestros datos se incluyan en los ficheros de morosos, consultados por todas las entidades de crédito. Esto puede dificultar o imposibilitar la obtención de financiación en el futuro (en caso de que queramos comprar un coche, por ejemplo).

Hacer una lista de la compra o marcar un presupuesto máximo

A todos nos ha pasado alguna vez. Entramos en un supermercado para comprar leche y salimos con varias cosas que no teníamos intención de comprar. Habitualmente son productos económicos que vemos, tocamos… y si nos gusta… nos llevamos a casa, o nos lo comemos (o bebemos) por el camino. Este tipo de compras por impulso corresponden casi el 55% de todas las compras, y son el gran enemigo de nuestro presupuesto familiar.

Para evitarlas, siempre que tengamos que ir a una tienda, hay que hacer una lista de las cosas que realmente necesitamos y no desviarnos de ella. Y si nos cuesta hacer listas, al menos deberíamos marcarnos un presupuesto máximo mensual para este tipo de compras “impulsivas”.

Solemos decir que “el dinero vuela”, pero si dedicamos tiempo a controlar nuestra situación financiera, descubriremos que da para más de lo que creemos.

Partida de Finanpolis organizada por el AMPA La Salle Tarragona – Foto: YouMeKids